martes, 27 de enero de 2009

Para un capricho de Goya

Me visto de luces,
me encomiendo a la Macarena,
hago el paseillo y me parece estar viviendo
la escena del "Resplandor" con unas adorables niñas al fondo.
Se abre la puerta,
me persigno,
levanto los hombros,
endurezco la mirada
y 30 pares de ojos te escrutan de arriba abajo,
treinta morlacos, que no parecen darte cuartelillo.
Carraspeas, templas la voz cual estoque
y te presentas:
Soy vuestra profesora de filosofía.
Es así de cruel, como la lidia,
con duración de un embarazo:
nueve meses y algunos días de añadidura.
Empieza la trabajosa corrida
a la que hay que echarle tesón, ganas,
mostrar destreza con la capa,
dar muletazos inesperados
y rematar con arte la faena.

2 comentarios:

Jo dijo...

Yo, en cambio, llevo años trabajando con las mismas personas.
- Edu ¿Cómo está tu madre?
-Bien, ¿sabes? He sido tito de un niño precioso.
-Ah si? Qué bien, ¡enhorabuena! De quién es el niño de tu hermana Ester o de Bengi?
-De Bengi
_Ah, ¿este es el tercero, no?
-Sí, dice mi madre que cuando puede venir a hablar contigo?. Es que quiero hacer un curso de Auxiliar de Oficina y ella te quiere preguntar en qué centro puedo hacerlo.
-Ah, pues dile que me llame y le doy una cita, se la doy a ella directamente para que nos venga bien a las dos.
-Ah, vale, hasta luego entonces.
-Hasta luego, Edu.

MER dijo...

La verdad Jo que todos los trabajos tienen sus más y sus menos. Del mío me quedo con las vacacions :)