martes, 24 de febrero de 2009

Ruido

Cuando vi la película "Solas" por primera vez me resultó impactante. No fue porque se tratara un tema con el que me encuentro muy sensibilizada como es el del maltrato de género sino porque la visión del maltratador, del enfermo que es capaz de pegar a alguien que quiere ( a su manera) es el eje argumental de la película. Aparte de escenas que a todos nos vienen a la mente como la del balcón, donde se juega con el morbo espectador en sentido literal, a veces cuando llego a casa me viene a modo de flash una de las escenas de psicoterapia. En ella, el protagonista ha de decir que qué echa más de menos después de la ausencia de su mujer y de su hijo y él, asombrado por la pregunta, solo se le ocurre decir que extraña el ruido, el poco ruido que hacía su mujer, pero que le reconfortaba cuando llegaba extenuado del trabajo.
Realmente cuando llego a casa, en mi pueblo de adopción, y me pongo a hacer aquellas cosas que no pueden esperar, acto seguido enciendo la radio, reprogramo la lista de reproducción que me apetece escuchar o hago alguna llamada de teléfono porque siento la necesidad de oír ruido, aunque sea no deseado. Tal vez eso sea la soledad, el silencio absoluto que a una le incomoda, la falta de alguien que tenga algo que decirte aunque sea qué tiempo hará mañana y la toma de conciencia de que el mundo no está hecho para estar callados.

Lo mismo por eso me gusta tanto hablar.

4 comentarios:

Una dijo...

Me siento muy pero que muy identificada

Arrítmica dijo...

Mer, con quien te crees que hablo yo cuando llego a casa? y por la mañana al despertar? algunos dirian que estoy loca loquita! ajajaj
Mis animales con mi compañia, y eso de que no contesten esta taaaan bien ajajaj

MER dijo...

La verdad es que sí, que los animales siempre tienen una respuesta agradable, su humor no les cambia y no obedecen a otra razón que no sea la de agradar a sus amos. Tú si que sabes

Jo dijo...

He de confesaros que me encanta el silencio. De hecho cada vez soy más vulnerable al ruído. A veces cuando pienso sobre esto me pregunto ¿será que me estoy haciendo? pero no, me encanta conversar con la gente, sobre todo con personas afines y también me gusta disfrutar en silencio, cada vez más, conmigo misma. Me encanta cuando llega la noche y me digo: se acabó el día, se acabó el hacer cosas, ¡ahora es mi momento! y casi siempre estoy en silencio, se me olvida poner la tele y la música y en la calle tampoco se oye nada. Solo algún perro que ladra de vez en cuando. Es una sensación de paz que va creciendo dentro de mí y cada vez valoro más.